Crestas del Infierno: crónica de "el tío calambres"

Jordi
Carreras de montaña
31/05/2016

Vaya por delante que la terminé. Acalambrado, pero la terminé. Soy un melón. ¡Anda que no habré contado yo veces a la gente lo importante que es mantener el nivel de sales en el cuerpo cuando corres! Yo, que tanto leo sobre estas cosas, que siempre pongo como ejemplo que en algunas ultras de Estados Unidos te pesan en los avituallamientos, y si has perdido más de un "x por ciento" de tu peso, creo que entre 2 y 5, te obligan a parar hasta que lo recuperas. Todo porque con el sudor se pierden las sales minerales, imprescindibles para que se transmitan los impulsos eléctricos que hacen que una persona funcione correctamente (o al menos, aceptablemente).  Bueno, pues "consejos vendo, y para mi no tengo". La cosa fue así:
El miércoles quedé con los del club para echar un bocata y una cerveza. Unos cuantos iban a participar el fin de semana en el triatlón de Salou, otros a la ultra de Jaca, dos más a las crestas del infierno... las crestas del infierno... las crestas del infierno en Gavín... en Gavín cerca de Tramacastilla... y yo ese fin de semana iba a subir a Tramacastilla...
-¿Quedan dorsales, Sergio?  - Y Sergio mandó un whatsapp. A los 30 segundos miró el móvil y me dijo:
- Me dice el alcalde que sí.
El domingo, a las 8:30 de la mañana nos encontramos en la zona de salida. Sergio y Jorge iban a correr la de 19 Km. Yo me había apuntado a la de 30, con unos 1800 de desnivel positivo, por eso de entrenar para la ultra del Montblanc. Salió un día algo nublado y gris. No hacía mucho calor, pero tampoco hacía frío. En principio un día de esos majos para correr, y en un entorno espectacular. Monte, bosques, niebla... uno de los parajes más bonitos de la zona. A las 9:30 y con media hora de retraso debido a las condiciones meteorológicas que había en la cima se dió la salida: 3...2...1... Go!
Los 10 primeros kilómetros eran de subida y se ganaba un desnivel de 1100 metros. Empecé a un buen ritmo y en la primera cuesta seria, a partir del Km. 5, lo pagué. Me costó. Andaba despacio y me iban pasando corredores. Sudaba, notaba como iba perdiendo líquidos, y aunque iba bebiendo y no me sentía mal, no estaba fresco. Se me hacía pesado. En los pocos llanos corría, y en la subida andaba despacito. Cuando llegué al punto más alto, a 2170 metros, guardé los bastones, bebí algo y me lanzcé hacia abajo.  Empezaba un descenso de 20 km por terreno bastante irregular, de los que castigan las piernas. Sin ser consciente había perdido muchas sales y no las había repuesto. Una cosa es beber agua, y la otra beber agua con sales o beber isotónica. Como decía, la bajada la empecé del tirón machacando las piernas. Y en el Km 18 aproximadamente noté unos conatos de calambre en los cuadriceps. Bajé el ritmo y empecé a recordar la prórroga del partido del día anterior entre el Atlétic y el Real Madrid. Era espectacular ver como iban cayendo los jugadores, acalambrados. El viernes precisamente en el trabajo hacía mofa y befa sobre ello. "Ojalá lleguen a la prórroga para ver como se van tumbando en el césped y levantan la mano pidiendo la asistencia del fisio. Los jugadores están diseñados para aguantar 94 minutos, y a partir de ahí... petan". Eso comentaba el viernes. Y mientras, yo seguía corriendo y notando como los isquiotibiales empezaban a avisar. "huy huy huyyyy....  a ver si me voy a tragar mis palabras..." Y en ese preciso instante, ¡pinchazo en el abductor! ¡Cagüenredios! Me paré. El pinchazo pasó al otro abductor. Fueron unos 5-10  segundos de ver las estrellas hasta que el músculo se relajó. Seguí andando y poco a poco el dolor se fue pasando. Hasta pude empezar a trotar otra vez. A los cinco minutos, los cuadríceps se descontrolaron. Vaya piltrafa... Intenté estirar, pero al levantar la pierna que quería estirar, la otra se me descontrolaba. Me senté un momento. Me levanté y empecé a andar otra vez hasta que se estabilizó la cosa. Saqué los bastones y andando/corriendo fui tirando. Cada pocos minutos tenía avisos de que no estaba muy bien. Cuadríceps, isquios, abductores... Por suerte los gemelos no. Empecé a darle vueltas a la cabeza sobre lo mal que había llevado el tema de la hidratación.  Y en mi cabeza empezó a sonar ese gran tema del gran Luís Aguilé (D.E.P.) que es "El Tío Calambres". Yo trotando a 7 por hora  con los bastones, gente pasándome y dentro de mi la cancioncita.

Salí del pueblo pa’ ver las fiestas, la Lola Flores y el Cordobés. Salí del pueblo pa’ ver las fiestas, la Lola Flores y el Cordobés. Iba contento con mi biscuter, y mi carnet de la conducción.Había un peligro en la carretera, no me importaba porque era yo.
...
Quedaban todavía 8 kilómetros. Cada corredor que me adelantaba me sorprendía gratamente. ¡No iba el último! Y así fueron pasando los kilómetros y los minutos. Trotando, algún tramo más deprisa, frenando cuando los músculos avisaban, y en mi cabeza la canción:

Salí del pue pue... pa’ver las fie fie... la Lola Flo Flo... y el Cor Cor CorY me preguntan qué me ha pasao, que hablo de lao y todo al revés.

Último kilómetro. Llevaba ya un par sin síntomas de acalambramiento, pero con las piernas en modo alerta total. Me daba la impresión que cualquier sobreesfuerzo me dejaría "clavao". Entré en meta en 4:30, y en una posición bastante digna para lo que había sido la carrera. Detrás mío todavía entraron unos 30 corredores, y algunos tardaron más de una hora.
Cuando me vieron Jorge y Sergio se percataron de mi situación pseudo-lamentable, se apiadaron de mi, me ayudaron a tumbarme para estirar suavemente y me trajeron una cerveza. Eso son amigos :-)
Aquí unas fotos y un video de la carrera.

con Jorge y Sergio
todo preparado para la salida
llegando a la cima 1
llegando a la cima 2
llegando a la cima 3
llegando a la cima 4





 

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