Maratón Costa Blanca Trails 2021

Osquitar
Carreras de montaña
27/11/2021

Había oído hablar tanto del Puig Campana, que llevaba tiempo rumiando apuntarme a alguna carrera que ascendiera esa mole pétrea, de casi 1.500 metros, al lado del Mediterráneo. Ahí estaban los Costa Blanca Trails de Finestrat. Con varias distancias, hace unos años no hubiera dudado en apuntarme a “la larga”. Pero últimamente, será la edad, estoy más perezoso. Así que pinché la distancia Maratón. Salió expedición Andandaeh. Quique, Hansen y Pablo (que se rajó), a la larga de 101 kms. Lorenzo, Carl, Jordi, Corle y un servidor, al Maratón de 46 kms.

La previsión meteorológica no era buena: lluvias intermitentes. Menos mal que no daban frío, hubiera sido mala suerte, correr cerca de Benidorm con frío. Aunque claro, hablamos de noviembre…

            El viernes a las 23h. salieron los ultreros. Mientras nosotros, hospedados en Villajoyosa, nos acostábamos pronto. Antes de dormirnos, oímos que empezaba a llover. Vaya.

             Nos levantamos prontito; salíamos a las 8h. Lorenzo, nos avisó que diluviaba en Finestrat. Al ir a la salida, llovió. Pero luego paró. Entre fotos y chorradas, nos despistamos un poco y entramos en los cajones algo retrasados. No somos de los rápidos, pero sabíamos que se forman tapones en la subida inicial al Puig Campana y cuanto más atrás, más retención. Nos habíamos descuidado.

Antes de la salida

            Así que tras la salida me propuse ir adelantando gente en la subida inicial por las empinadas calles de Finestrat, y también por los primeros tramos de pista. Cuando nos pusimos en fila de uno por sendero había ganado bastantes posiciones, a costa de ir ligerillo. Aun así, pillé varios atascos. Los generaban algunos pasos estrechos o en los que había que apoyar las manos.

El ascenso al Puig, de más de 1.000 metros de tirón, se hace por una canal bastante empinada, que en el último tramo hasta el cordal es una pedrera apestosilla. Además, no llovía, pero las piedras estaban algo mojadas y embarradas. Ya en la divisoria, se pudo incluso trotar un poquillo; poco porque el ascenso había sido brutal. Había niebla. Me planté arriba en 1h. 22’. Foto en el Vértice y tiré para abajo. Notaba las piernas ya bastante cargadas. Mucho más que tras subir La Moleta en la CC. No había hecho montaña desde septiembre. Mi objetivo principal había sido la carrera de Canfranc, y me había dejado llevar hasta hoy, final de temporada. No sé qué pretendía subiendo a tope el Puig Campana: quizás eso, subir a saco y luego aguantar el resto de carrera. La bajada me la tomé más tranquila. Primero porque no bajo muy rápido, segundo porque las piernas las notaba “tiesas” y (horror) al poco ya me empezaron a aparece amagos de calambres en gemelos y demás, y tercero porque era una senda llena de piedras resbaladizas, una sucesión de trampas, vamos. Por supuesto que me pasaba gente. Allá ellos con su integridad. Alguna torta vi y oí. Por mi parte pegué alguna patada a alguna piedra, mis uñas de los dedos gordos no volverán a ser lo que eran antes de la prueba. Durante el resto de carrera noté dolorcillo en la zona. Además me molestaba un poco mi querido callo de la pierna derecha, tendré que ir al podólogo.

Puig Campana

Y llegué al primer avituallamiento, Col de Pouet. Allí comí y reposté, y sin parar mucho continué. Hasta el helipuerto de Polop el descenso ya es por senda buena entre bosque mucho más simpática.  No llevaba “chuleta” de tiempos ni tampoco había memorizado los kilómetros entre los avituallamientos; en cada uno te ponía lo que quedaba la siguiente. Y respecto al ritmo, mi idea era ir a lo que me dieran las piernas. Y las piernas hoy me daban lo justo. Había trozos muy correderos, pero no podía ir deprisa. Es cierto que en los llanos y bajadas practicables trotaba, pero sin alegría. Visto que no estaba fino, lo aposté todo a ir en plan diésel, sin prisa pero sin pausa.

            La segunda subida larga, no se me hizo muy larga.  Las subidas, quitado el Puig, no eran largas. Siempre tomando como referencia las que hay en las ultras. Lo que no quiere decir que no se me hicieran duras. “No es por ti, es por mí”. Por cierto, tuvimos que salvar un “muro” fuera de sendero, corto pero con una pendiente que había que agarrarse hasta con las orejas. El entorno era bonito, con peñascos rocosos entre gargantas y barracos y pese a estar nubladísimo no caía gota, lo que se agradecía (ambas cosas, lo de que no lloviera y lo de que estuviera nublado).

            En la Font del Pi, creo, había lacitos de Soria. Me acuso de haberme comido 3 o 4. No serán lo mejor para ir en carrera, pero, es que me gustan tanto…Tras un control del que se salía subiendo por pista cementada, vi bajar a un veterano en contra dirección señalándose el dorsal ante nuestra mirada atónita. “Number”, decía. Ni idea qué se refería, pero cuando al poco nos volvió a pasar a toda leche, nos dejó apesadumbrados.

            La bajada a Sella, horrorosa. Muy mala. Como la del Puig pero más larga. Volvieron las piedras resbaladizas con una capa fina de barrillo. Y para acabar, un tramo de fuera de sendero para que los arbustillos masajearan las piernas. Iba maldiciendo.

Bajada buena.

A estas alturas, cuesta arriba me iba defendiendo, pero bajando, de vez en cuando venían pequeños grupos a los que dejaba pasar visto que bajaban mucho más rápidos que yo. No sé de donde salían a estas alturas. O les pasaba en los controles o yo que sé.

A mitad de carrera oí una conversación en la que un compañero (le amé hasta el extremo) comentaba con sus amigos que la segunda parte era mucho más rápida, y que iban a bajar de 8 horas fijo. Pese a que las matemáticas no le daban la razón, es verdad que los kilómetros pasaban más rápidos. Seguía andando en cuanto la cuesta arriba me obligaba, pero trotando, despacito, el resto.

            Una de las bajadas era por unas eses bien trazadas, reforzadas con muertes, que perdían altura rápidamente a través de una garganta. De un grupo que venía por detrás y que me pasó como una centella, uno grito “lo más bonito de Alicante y de lo más bonito de España, lo hicieron los árabes”. Yo pensé que sería  bonito, pero en carrera, una mierda. Lo siento. Seguro que lo es si no estás hasta el gorro de piedras resbaladizas y a mitad de un maratón de montaña.

Tras un tramo de ligeras subidas y bajadas, nos plantamos en el último control. Más del Oficial. Desde allí quedaba una última subida, según el perfil cortita y empinada. Me resultó muy corta y no tan empinada. Arriba, una pareja que se sabía el recorrido me dijo que un par de kilómetros de senda hasta la Fuente del Molino y kilómetro y medio de asfalto hasta meta. Miré el reloj y vi que bajaría de las 8 horas si no me dormía. Ahí ya, dentro de mis posibilidades, eché el resto, sobre todo cuando pisé el asfalto. Aún pasé a gente que iba ya tocada, y tan solo me pasó una chica que bajaba más rápido que yo (normal) y el típico personaje que los últimos kilómetros de las carreras de montaña parece que vuela, que yo me pregunto si hasta entonces ha ido sesteando o si lo pone la organización para hundirte y sale pocos kilómetros antes de la meta. Si yo acabara así, me plantearía si mi táctica no es demasiado conservadora.

 

            Tras casi 7h. 50’ de carrera, entraba en meta con alivio. Al final la lluvia no había aparecido. En cuanto a mis amigos, acabaron todos salvo Corle, que se fastidió un gemelo subiendo Puig Campana y tuvo que tirar la toalla tras 27 kms. ¡Bravo por él! Lorenzo, segundo en Veteranos C, inmenso. Los ultreros también acabaron, tras casi 24 horas pateando las sierras del interior de Alicante.

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