La maratón de Vielha Molières ya la conocía porque mi compañero Gorka, del Andandaeh, la había hecho, y ese mismo año la hizo también mi amiga Rosa Ruiz.
Las carreras de Bronchales ya las conocía de hace un tiempo. A la maratón de finales de junio ya le tenía ganas, el año pasado estuve a punto de apuntarme, pero al final fui incapaz de encontrar alojamiento en un radio de distancia razonable, y lo descarté.
La ultra de Andorra no estaba entre mis planes, ni pasados, ni presentes, ni futuros.
La Ultra Perimetrail de Nueno era una de mis pendientes, la tenía en el ojo desde su arranque post pandemia. Ana del Molino había hecho un par de ediciones, y yo la verdad que le tenía ganas.
Los años pasan. Los retos se alcanzan. La motivación y el físico disminuye. Las tres cifras desde hace tiempo no las uso. Los 55 kms.
Esta llamada tuvo un efecto cafeína, que ni todos los geles que me había tomado antes juntos. De hecho, fue como si me pusieran un cohete en el culo, empecé a trotar ligerito. Hasta conseguí soltar las piernas.
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