Dejándome atrapar por todos mis compañeros de ANDANDAEH y en especial por Marcos, no se como, me vi envuelto en un gran reto para acabar el 2015 por todo lo alto. Nada más ni nada menos que una Ultra-Trail de gran dificultad como es el "Desafio Lurbel", una competición por montaña que consta de un recorrido de 120 kilómetros y 7200 de desnivel positivo. Inspirado por esos derroches de optimismo que aparecen cuando estas sentado enfrente de un ordenador me inscribí sin casi pensármelo.
Según pasaban los días iba siendo consciente del berenjenal en que me había metido pero como buen aragonés, a cabezón no me gana nadie. Solo quedaba mentalizarse y ser valiente. El planning de entrenamiento era el que había llevado para las maratones de Zaragoza y Valencia, por lo que las escapadas a la montaña habían sido escasas (Incluyendo mi accidentada experiencia en la Senda de Camille). Los kilómetros en las piernas acumulados eran óptimos pero no había entrenado apenas desnivel.
Con estas escasa garantías de éxito me planté en Finestrat, un pueblo al lado de Benidorm que es donde se llevaba a cabo la prueba. Tengo que reconocer que la semana anterior estuve bastante ausente en mi vida diaria debido a los nervios y las dudas que tenía al respecto sobre como iba a reaccionar mi cuerpo. Un nudo invadía mi estomago, solo quería que se diera el pistoletazo de salida y esperar a que se alinearan los astros a mi favor.
La carrera empezaba a las 6 de la mañana y tenía por delante 30 horas para conseguir el reto. Con la mochila bien cargada de todo lo imprescindible (Ropa de abrigo, comida y suplementos) empezó la aventura. A la vez que mi modalidad también empezaba la de 80km con la que compartiríamos recorrido las primeras horas. Nada más empezar teníamos que enfrentarnos a un kilómetro vertical de 3,6 al Puig Campana en el que ascendíamos a 1300 metros, una dura ascensión pero que no resultó ser tanto debido a la aglomeración de gente.
Iban pasando las horas y mi cuerpo respondía de forma positiva hasta que en el avituallamiento del punto 30 nos bifurcamos las 2 modalidades y nos quedamos solo los "locos" de 120. Aquí la afluencia de corredores disminuyó drasticamente y los siguientes kilómetros los realicé casi siempre en solitario, con la carga mental que eso conlleva. Mi mayor miedo era no ir lo suficientemente rápido y tener que afrontar la difícil bajada del Barranco de Monesillo de noches. Es muy técnica y yo tengo mucho respeto a los descensos (será por mis malas experiencias en la infancia). Afortunadamente fue lo último que realicé de día y conseguí llegar al avituallamiento de Confrides.
Confrides marcaba el kilómetros 68 del recorrido y ahí nos esperaba la segunda bolsa de vida donde tenía guardada la ropa de abrigo. Después de reponer fuerzas a base de un plato de macarrones a la bolognesa que supieron a gloria y de abrigarme para afrontar la fría noche (Tardé unos 40 minutos) afronté la famosa subida a Aitana ya con el frontal en marcha. En este punto del recorrido decidí juntarme con Silvia y Antonio, dos compañeros de Albacete que muy gustosamente decidieron adoptarme para que no afrontará la subida nocturna en solitario ¡Gracias chicos!.
Salvo los últimos 2,6 kilómetros, la subida fue bastante tendida, discurriendo por senderos muy cómodos. Las vistas en la cumbre acompañadas con el reflejo de la luna llena sobre el mar eran espectaculares. Pero no había tiempo de comodidades, nos esperaba un duro descenso sobre terreno rocoso que fue castigando mis delicados tobillos. Si ellos tuvieran autonomía propia, hace tiempo que se hubieran independizado ya de mi.¡Que mal se lo hago pasar!.
Llegados al avituallamiento de Port de Tagarina ya había superado mi record de kilómetros seguidos que estaba en 75. Me esperaban 45 más por delante de absoluta incertidumbre. Pero de momento el cuerpo respondía bien hasta que llegamos a la última zona de descanso en Sella (90). Aquí ya llegué muy justito de piernas, sobretodo el tobillo derecho debido a alguna mala pisada anterior. Pensé en retirarme pero me dije - Llevas ya 90km, echale garra y llega a meta - así que sin parar mucho para no quedarme frío, volví a emprender el camino.
Los últimos 30km los hice muy lentos, aprovechando a tirar en las subidas y falsos llanos pero teniendo que ir muy despacio en los descensos ya que veía las estrellas al hacer algún movimiento brusco. En estas carreras, a parte de físico, también hay que saber sufrir. Después de tantas horas es imposible que no te duela nada pero saber contrarrestarlo es la clave del éxito. Para poner el broche final a semejante aventura, en el último descenso ya con Finestrat de fondo, empezó a amanecer. En ese momento se te pasa por la mente todas las horas anteriores y que si realmente vale la pena. ¡Si señores!¡Así es! Por el momento de cruzar la meta, girar la cabeza, observar el cronometro que marca 26 horas, 25 minutos y 25 segundos y darte cuenta de que TU has sido el que lo ha logrado, solo por ese momento, ya ha merecido la pena.
Muchos se preguntaran si de verdad vale la pena llevar el cuerpo a ese límite. No hay que hallar respuestas, simplemente cada uno hace lo que realmente le llena y en estos momentos yo disfruto con esta afición. Se puede llegar a entender o no, pero nunca criticar o poner en duda el esfuerzo de los demás.
Agradecer a mis compañeros de equipo su apoyo (Aunque dudaran un poco de si lo conseguiría...lo entiendo, el primero que tenía serias dudas era yo) y por introducirme en este sacrificado mundillo. Dar la enhorabuena a mi guía nocturna Silvia por la primera posición en su categoría. Y sobretodo, agradecer de corazón el apoyo incondicional de mis "Pantojos" que me acompañan haya donde voy. Ellos sufren más que yo con estas carreras pero en ningún momento han puesto en duda lo correcto mis acciones.
¡Va por ti PRIMO!
Tiempo: 26:25:08
Clasificación general: 104
Participantes que acabaron: 154
BANDA SONORA DE LA CARRERA
Tricas
Carreras de montaña
02/12/2015