Vaya por delante que abandoné. Como dirían Faemino y Cansado, "Soy un not-finisher (en su caso, soy el típico vendedor a domicilio), que lejos de avergonzarse de ello, se enorgullece de serlo". A ver, no es que esté orgulloso del abandono. Estoy orgulloso de haber tomado una decisión correcta, o que luego he visto que era la correcta. El domingo no tenía nada claro si había hecho bien. Hoy ya lo tengo mucho más. Las conclusiones que he sacado pesan más que la insatisfacción de no haber terminado. Lo que he aprendido durará más que la satisfacción que tendría de haber terminado todo el recorrido. Pero esto lo contaré en la siguiente crónica, cuando ya tenga las ideas asentadas del todo. En este post, la crónica de la carrera en si.
Llegamos a Benasque sobre las 19:30 del viernes. Oscar (aqui su crónica), Angel y yo. Como siempre, recogida de dorsal, control de material obligatorio, fotos... Habían dado lluvias hasta media noche, pero no fue así. Por suerte se equivocaron de unas horas y la tormenta pasó antes. Eso sí, dejó la montaña bastante mojada.
Cenamos, nos cambiamos y fuimos a la zona de salida. Manolo ya estaba allí, cambiado y apunto de iniciar su personal proeza. Fue el único que completó todo el recorrido. Nos habíamos inscrito como equipo, él y yo. Al final sólo pudo acabar él (mi más sincera enhorabuena, campeón!). Poco a poco la plaza se fue llenando de gente. Público, corredores...Todos preparados para lo que iba a ser un gran fin de semana dedicado a una de las cosas que más me gustan. Conforme se acercaba la media noche, la emoción se iba concentrando en el pequeño recinto en el que estábamos los aproximadamente 250 corredores que íbamos a tomar la salida. De todos, sólo 122 terminaría. Allí estábamos Oscar, Ángel, Manolo y yo. A punto para realizar nuestra proeza. 5...4...3...2...1...BOOM!
Empezamos a correr. Fueron sin duda los minutos más intensos y emocionantes que he vivido en una salida. Pasar por las estrechas calles de Benasque abarrotadas de gente animando, gritando y aplaudiendo, todos los corredores con frontal, bastones, mochilas... Es una sensación que no se puede describir. Poco a poco fuimos saliendo del pueblo y enfilamos la carretera hacia Baños del Benasque. Ángel iba lesionado y correría a su ritmo. Oscar, Manolo y yo nos habíamos separado durante la salida, y nos reagrupamos. Baños del Hospital, y a las 03:30 a.m. nos plantamos en el refugio de la Renclusa. Unos 20 km, y 1300 de desnivel positivo acumulado. Comimos y bebimos algo, y yo aproveché para cambiarme de ropa y ponerme guantes. Llevava la camiseta empapada y me estaba enfriando. Además, íbamos a ganar altura y seguro que haría frío.
El siguiente tramo, hasta el collado de Salenques fue muy duro. Era de noche, encontramos los primeros neveros y el desnivel era considerable. Además, nos metimos de lleno en la zona de grandes rocas de granito, ideal para cansar bien las piernas. Llegamos al collado (km 26, D+ acum 2300m) a las 06:45, ya con luz de día. La bajada estaba equipada con una cuerda en la parte inicial, para evitar tener que pasar por el nevero. Fuimos bajando, pasando de piedra en piedra y cuando podíamos y el desnivel lo permitía, pisando la nieve. Se agradecía pisar algo blando después de tanto granito...
Esos siguientes 12 km fueron demoledores: bajada de 500m, subida de 500m, bajada de 500, subida de 500... Las subidas se me estaban haciendo muy duras. Si aceleraba el paso, se me aceleraba el ritmo cardíaco. Esos últimos 20 kilómetros estaban transcurriendo entre los 2300 y los 2700 metros de altitud. Y realizar esfuerzo a esa altura puede provocar hipoxía. Falta de oxígeno. Y lo estaba pagando con fatiga. En este punto de la carrear íbamos Oscar y yo solos. Manolo andaba unos 15 minutos por delante, a un ritmo algo más ligero. Nosotros dos, maldecíamos cualquier desnivel positivo. Llegar a un collado y ver que todavía no era el último es algo que frustra mucho. De repente, cuando te ves en el punto más alto te das cuenta de que el punto más alto no era ese, y que está más lejos, y más alto. Y cuando lo alcanzas, te das cuenta que tampoco lo era. Que te queda otro por subir. Esto, combinado con lo incómodo de ir pisando grandes bloques de granito durante tantas horas nos hizo decidir que no estábamos preparados para afrontar toda la carrera. No le dimos muchas más vueltas. Simplemente lo decidimos.
Cuando iniciamos el descenso hacia Benasque (20 Km, desnivel negativo de 1500 metros) ya sabíamos que no terminaríamos toda la carrera. La bajada también se nos hizo cuesta arriba. Empezó a pasarnos alguno corredor de la prueba "Vuelta al Aneto". Habían salido siete horas más tarde y ya nos daban caza. ¡Vaya máquinas! Llegar a Benasque desde el punto más alto nos costó unas 5 horas. Los primeros 7 km, todavía con rocas gigantes en 2 horas. Lo mismo que los últimos 13, en los que al tratarse de una pista pudimos correr bastante.
Llegamos a Benasque y pasamos por la línea de meta, entre multitud de aplausos de un público que estaba ya recibiendo a los ganadores de la Vuelta al Aneto, y que estaba apunto de recibir al ganador del Gran-Trail. Este llegó un par de minutos después que nosotros. En el tiempo en que yo había completado 58 km y 3700 D+, él había dado además la vuelta al Posets, sumando 109 km y 7000 D+.
Nos dirigimos al pabellón de Benasque, punto de avituallamiento situado a mitad de carrera. Manolo estaba allí, recién duchado y listo para emprender la segunda parte. Nosotros le dijimos que lo dejábamos, que no nos veíamos después de 17 horas, iniciando otra sesión de 17 horas más, andando, viendo como anochecía y volvía a amanecer. Personalmente me encontraba bastante mejor que cuando estaba en los collados a 2700 metros, pero mi cabeza no lo dudó. No merecía la pena meterse otra vez en carrera.
Nos retiramos. Honrosamente, y orgullosos de haber finalizado la Vuelta al Aneto en 17 horas. Hotel, ducha y nos fuimos a tomar unas merecidas jarras de cerveza con Angel, quien también tuvo que abandonar, Chevy, quien iba a correr su primera media al día siguiente y Jorge, quien acababa de correr la maratón de las Tucas.
Hay que decir que el ambiente de este fin de semana en Benasque ha sido increible. No digo insuperable, porque seguro que se puede superar. Han organizado cinco carreras en dos días, abarcando desde la de 109 Km hasta la de 9. Para todos los públicos y edades. Un fin de semana de fiesta en pleno Pirineo. Un fin de semana para repetir.
Cuando abandoné sabía que tenía que hacerlo, y también sabía que al día siguiente me arrepentiría. Y así fue, pero sólo de forma fugaz. Ver como entraba Manolo a las 10 de la mañana del domingo, después de 34 horas me hizo pensar por un momento "yo también debería estar cruzando esa linea de meta". Pero ahora mismo tengo claro que hice bien, que hice lo correcto. Y profundizando más, me ha servido para reflexionar y sacar muy buenas conclusiones. Las contaré en la siguiente entrada del blog.
Aqui dejo alguna foto de la jornada.
recogida de dorsales, con Angel y Oscar
Manolo, "el finisher" y yo, antes de la salida
los 4 fantásticos
5...4...3...
...2....1....
amanece, que no es poco
bajada de Salenques
frio? sueño? naaa....
terreno no muy corrible
piedras
y más piedras (y en el centro... ¡corredores!)
paisaje de montaña
en linea de meta, al dia siguiente. ¡Y seguían llegando!