Siendo fieles al III Trail Mallos de Riglos allí estábamos un año más Marcos y yo dispuestos a pasar una estupenda mañana y bien prontito quedamos en Zaragoza rumbo a Riglos. Os iba a decir que hacía meses que no me despertaba a las 5.30 de la mañana pero os mentiría. En esta breve historia hay un nuevo personaje que hasta ahora no aparecía en mis crónicas y que tiene la simpática manía de despertarse a horas intempestivas porque oye, tiene hambre, gases e incluso alguna vez puede ser que se preocupe de ver a sus compañeros de cuarto tanto rato callados y simplemente nos pregunte a su manera que qué tal estamos. Pero sarna con gusto no pica, que dicen y allá que vamos. No sé qué tiene esta zona que siempre me ha despertado cierta añoranza, estos bloques de roca tan elevados restos de sedimentos que tanta imaginación han despertado durante años a caminantes y escaladores, su canfranero a las puertas, su río Gállego, pinares...y como no, esos buitres que adornan el cielo de Riglos con sus círculos casi perfectos.
Llegábamos con tiempo suficiente para coger dorsal, tomar un café y saludar a demás traileros, pero tanto matamos el tiempo, que cuando quedaban 2 minutos para dar la salida no sólo estábamos en el coche ultimando sino que viene un organizador y dice que estamos mal aparcados, toma ya. Otra vez al coche a buscar sitio corriendo antes de que se vayan todos sin nosotros, que a Marcos lo conoce mucha gente pero no tanta como para retrasar la salida. Así que estresados sin haber empezado a correr conseguimos abandonar el coche en otra cuneta y vamos pitando a la salida, con tanta gracia que nos tenemos que poner en prime line con los más fibrosos y marchosos de toda la carrera, ellos concentrados en los corredores a batir, y nosotros mirando al suelo sin hacer mucho ruido por si acaso.
La meteo este año no iba a ser tan calurosa como el año pasado, lloviendo aproximadamente los primeros 10 km, nos llegó a dar un poquito el sol en los últimos tramos de carrera, llegando a meta justo antes de que cayese la gran tromba y granizada final que consiguió que cayese una cascada desde los mismos Mallos.
El recorrido de la carrera este año cambiaba y le han añadido un bucle muy interesante añadiendo así más desnivel (1500m en total) y distancia (29 km), un gran cambio por sus vistas; se llega a ver el Castillo de Loarre dominando La Hoya, como por el recorrido; un bonito pinar que nos llevará hasta la ermita de Santa María.Y los clásicos pasos por la ermita de la Virgen de Marcuello, barranco de Forcallo y el avituallamiento del Collado de Santo Román que ya nos anticipa que la fiesta está llegando a su punto final.
Al comienzo de la carrera veía como me faltaba fuelle en las subidas y como se me escapaba Marcos, pero poco a poco iba entrando en calor y conseguía mantener el ritmo y dosificar fuerzas. Al final se estaba convirtiendo en un gran entreno para el gran trail de Sobrarbe.
Un gran lujo poder disfrutar de este paisaje con tan buena organización y equipo de voluntarios, y como no, de compartirla una vez más con este gran andandaeh que es Marcos. Es de esas cosas buenas que tiene el trail amigos. Y os contaría muchísimas más cosas, pero tengo una pequeña princesa en casa que ya me esta mirando con sus ojitos y ante eso no hay nadie que se resista. Así que salud y nos vemos por los caminos compañeros.