TRANSVULCANIA. La carrera de las carreras

Pablo Luk
Carreras de montaña
23/05/2015

Desde el momento que llegue a la puerta de embarque me di cuenta de que Transvulcania no iba a ser una carrera convencional...

Kilian Jornet, Dakota Jones, Sage Canaday, Emelie Frosberg, los mejores corredores del planeta, ahí estaban, esperando a montar conmigo en un avioncito que nos llevaría a la Isla de la Palma, y junto a ellos un sinfín de corredores con unas pintas increíbles de comerse el monte, con sus superpiernas supermusculadas y flacos cual alambre... así me metí en el avión sintiéndome, sinceramente, bastante pequeñito y con un puntito que me hizo pensar si no me había equivocado e iba a hacer el ridículo días mas tarde.

Después de una semana engordándome en el hotel y disfrutando de la isla, el despertador sonaba a las dos de la mañana, había dormido una hora y media y me vestí para coger junto con mi amigo Quique la "guagua" que nos llevaría a la salida.
Hacia un aire de mucho cuidado, y a las 4:30 ya estábamos como niños en la salida con los ojos brillantes quedándonos estupefactos por el ambiente que había preparado, he corrido alguna que otra carrera pero en ninguna se monta un espectáculo semejante, y es que Transvulcania no es una carrera al uso, es un espectáculo deportivo cinco estrellas que montan todos los palmeros en el cual se involucran de tal manera que cuando estas ahí, de pie, esperando para empezar te das cuenta de lo bien que hiciste el día que pagaste esa inscripción y de lo afortunado que eres por vivir la experiencia que vas a vivir.

A las 6 de la mañana daban la salida entre canciones de AC DC y vítores como si fuésemos auténticos héroes, los primeros salían a sprint como si la carrera tuviese solo 80 metros en vez de 80 km, y Quique y yo de los últimos, observábamos como el haz de luz de las linternas frontales de los corredores se estiraba y se estiraba delante de nosotros...

Nos habíamos puesto de los últimos porque teníamos el convencimiento de que íbamos a acabar de los últimos y eso fue un error.


Fue un error porque a los cinco minutos de salir estábamos metidos en un embotellamiento del tamaño de dos mil corredores, y mi amigo Quique que tiene el monte metido en las piernas y esa noche un petardo metido en el culo se empezó a poner nervioso...Una hora y cuarto y tan solo 3 km... y Quique estaba ya que le quemaban los nervios, así que en cuanto se abrió un poco el camino empezó a correr por donde nadie corría...Los primeros 17 km se subían 2000 metros de desnivel por arena volcánica ,como si corrieses por un desierto negro, y con el aire en contra...adelantamos a muchísimos corredores e hicimos el mejor parcial de toda la carrera con diferencia en ese tramo, precisamente en el más duro, el de mas desnivel, y el de peor terreno...los maños somos así...pero eso nos pasaría factura.

Llegamos al primer tercio de carrera después de una ligera bajada, en ella Quique ya sintió los primeros pinchazos en los cuádriceps, pero yo iba fresco, la gente animaba a gritos y te daba un subidón de adrenalina que no estás acostumbrado a sentir, así que sin darnos mucha cuenta nos empezamos a distanciar, empecé el segundo tramo, los únicos km en toda la carrera fáciles de correr sin bajarme de la moto y un poco más adelante comenzaba el segundo puerto "El Reventón"...

Y el nombre le vino al pelo porque me reventó vivo, no acababa nunca, empecé a tener problemas musculares, se me subían los cuádriceps, y me encontré como un muñeco de trapo...me costó una eternidad llegar arriba, los corredores me adelantaban y mi paso era en una sola palabra...lamentable. Al llegar arriba, llevaba 40 km, tres mil y pico metros de subida y los cuádriceps rotos...así que tuve que tirar de ibuprofeno y pastillas de sodio y potasio...

En los avituallamientos no había encontrado nada salado hasta entonces y había sudado demasiado...así que no se si fue placebo o realmente me sentó demasiado bien pero me recupere...volví en mí, volví a coger ritmo y a correr...a todo esto mi colega de fatigas ya me había pasado y lo había perdido de vista...
Los km siguientes discurrían dentro de la caldera del volcán, uno de los cráteres abiertos más grandes de Europa, era como si estuvieses corriendo dentro de una postal, y mirases donde mirases había una vista que pensabas que iba a ser difícil de superar...hasta que volvías a levantar la mirada.
Eso si, dentro del cráter no corría ni una brisa eran las 2 de la tarde y hacía un calor de la muerte...era una sartén y hubo un tramo que en 4 km me bebí litro y medio de agua.


Ya se empezaban a ver a corredores tirados a la sombra descansando agotados y yo, que estaba viviendo una segunda juventud, llegue al punto más alto de la isla El roque de los Muchachos bastante entero, mi compi me llevaba unos 5 minutos de ventaja así que empecé a bajar todo lo rápido que podía a ver si lo pillaba. Y a los tres minutos de bajada, estaba estampado contra una roca gigante contra la que caí de tripa tras intentar no salirme en una curva que me llevaba a un barranco, el piñazo fue de libro, me pude haber partido cualquier cosa pero, no sé porque clase de suerte, sólo me hice unos buenos raspones que me curaron los médicos...eso sí...ya se me fueron las ganas de bajar haciendo el tonto.

La bajada era técnica no, lo siguiente, todo el rato frenando para no caerte por cualquier sitio, varias torceduras de tobillos, y un mata piernas...cuando llegue abajo, llevaba una congestión de piernas que casi me impedían andar...pero la gente en el puerto de Tazacorte te animaba y te pedía por favor que al año siguiente volvieses...a todo esto un hombre bajando me había sacado un botellín de Heineken helada que me bebi de un trago...resulta que había estado hacia 50 años en las Fiestas del Pilar, y como el vino del tiempo no me apetecía, se metió en casa a sacarme cerveza...de verdad la gente espectacular nunca había visto nada igual.


En el puerto de Tazacorte me esperaba mi mujer en la playita, y fue ella quien me dio los últimos ánimos para acabar...tenía unas ganas locas de llegar a meta, quedaban 5 km y 400 metros de subida que se me hicieron infernales...Pero por fin llegaba, iba andando y pensaba que no podía correr ni un paso más, pero había gente por todos los sitios que gritaban, me decían que era un campeón, me pedían que les chocasen las manos, uno me dijo que me admiraba!! Así que me tuve que poner a correr hasta la meta, no podía hacer otra cosa, y llegue... mientras el speaker pronunciaba mi nombre, y la gente aplaudía cruce la meta, y me sentí...

Iñaki Ochoa de Olza, uno de los mejores montañeros de este país y del mundo, que murió en el Anapurna hace unos años decía que el escalar una montaña, haber sufrido, disfrutado y haberlo conseguido a él le enriquecía momentos de su vida muchos años después de haberla escalado...Creo que a mí me pasa un poco eso también, conservo recuerdos buenísimos de muchas carreras, momentos de todo tipo, paisajes comentarios, y canciones...y siento que Transvulcania va a estar allí entre todas ellas como una experiencia única, diferente e inigualable por mucho mucho tiempo.....

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