Se acabó el verano. Atrás quedan aquellos días de excesos en los que la única preocupación era no deshidratarme y no precisamente de agua. Vuelve a arrancar una nueva temporada. Mi cuerpo y mente aún no están preparados, sin embargo, aquellas inscripciones que hacemos al principio de año, aparecen cuando menos te lo esperas. En mi caso, emergió en el calendario la Ultra Pirineu.
Es una carrera de 110 km y 6800 desnivel positivo que transcurre por el pirineo catalán, con llegada y salida en la localidad de Bagá. Es una de las pruebas más emblemáticas y este año celebraba el décimo aniversario. Un servidor tenía que estar presente aunque mi estado de forma dejara mucho que desear. Por esta última razón, no había preparado la prueba ni con Patricia, mi nutricionista ni con Fernando, el fisioterapeuta que me arregla el chasis antes de todas las carreras. Estaba solo ante el peligro.
Al ser una prueba tan popular, tienes la fortuna de coincidir con los mejores atletas del momento. En la linea de salida te podías encontrar a Jordi Gamito (Tercero en UTMB), Javi Dominguez (Ganador de Tor des Geants) y Zaid Ait Malek (Campeón de España en Carreras de montaña). Este último, después de 12 años en España, lo quieren extraditar, por eso, uno de los lemas de este año es #Zaidsequeda.
La parte negativa la encuentras en la gran cantidad de participantes. Los primeros 14 kilómetros son en constante subida hasta acumular un total de 2000 metros positivos. Se hacen unos tapones increíbles. Vas en constante fila india. En mi cabeza retumbaba todo el rato la melodía de los Lemmings. ¿Os acordáis? Eramos clavaditos.
Descender no es descansar. Foto de Racephotos Sport
Después del primer sofocón, me di cuenta que mis fuerzas estaban justas. A mi me gusta siempre competir. Salir fuerte y luego aguantar como pueda. Esta vez el papel era diferente. Había que cambiar de chip. Iba a tomar la estrategia de Nibali en la Vuelta Ciclista a España. Me lo iba a tomar como una acumulación de kilómetros, en plan entrenamiento pero sin renunciar a dar espectáculo si lo ocasión lo permitía.
Cuando ibamos a llegar al punto más alto de la carrera, el refugio de Niu (2500m), vi que la última subida estaba abarrotada de público animando a los corredores, los cuales llegaban andando a duras penas. Aquí vi mi oportunidad para liarla un poco. Cuando llegué a la altura de la gente, empecé a acelerar como si de la meta se tratase. La gente enloqueció. Llegué con el corazón en la boca pero con la satisfacción de divertir al personal.
El primer gran escollo de la carrera estaba superado, ahora tocaba una larga bajada, con sus respectivos repechos, hasta Bellver (40 km). En este avituallamiento es imprescindible reponer energías, te espera un tramo de subida dividido en 3 fases con una duración de 25 km. Los dos primeros tramos se me hicieron bastante asequibles, llevaba un ritmo vivo y constante. Todo cambió al llegar a Aguiló (61 km). Me dijo un compañero que me abrigará, en esta zona hacía mucho viento. Me puse la térmica y empezamos a ascender. Habíamos dejado atrás la arboleda y avanzábamos por un pedregal sin resguardo alguno. De repente, era como si llevará cemento en las zapatillas. Llevaba un caminar muy pesado. La primera gran pajara del día apareció. En estos momentos, solo queda centrarte en tus pisadas y esperar a que pase el bache. Para mas inri, al llegar a la cima, se me acabó la batería del reloj. Sabía que quedaban 10 kilómetros de bajada hasta Gósol (74 km) pero me impacienta un poco no saber cuantos voy avanzando.
Ascender es sufrir. Foto de Racephotos Sport
Después del interminable descenso, al llegar al avituallamiento me espera la bolsa de vida. Tocaba cargar el reloj y cambiarme de ropa. Aunque parezca una tontería, esta acción te inyecta energía, tiene un efecto placebo. Si a esto le sumamos la presencia de mis padres, se puede decir que estaba como nuevo (es un decir...) Además, viendo el perfil de la carrera, lo que quedaba era "coser y cantar".
Iluso de mi, no era consciente de lo que me esperaba. Al poco de retomar la carrera, hubo que sacar el frontal. La noche hacia acto de presencia y fue en ese mismo momento cuando se empezó a torcer la cosa. La oscuridad me cayó como una losa. La subida del refugio de Gresolet (88 km) que parecía una pequeña tachuela, se me atragantó más que cualquier otra anterior. Al llegar al avituallamiento de Vents (96 km) un corredor dijo que aún quedaba la "matahombres", palabras que no me ayudaron en absoluto. Tiré de un gel viniendo la que se me venía encima.
Embravecido por el mejunje, empecé a ascender el último pico que me separaba de la meta. Por sorpresa, vi que tenía que cruzar un río con bastante caudal pero no solo una vez. Varias fueron las ocasiones en que tuve que hacer malabarismos entre las piedras para no caer al agua. Sumando la poca visibilidad, este tramo se volvía muy peligroso, aunque tengo que reconocer que me pareció bastante divertido, saltando como Pepito Grillo de roca en roca.
Cuando haces cumbre, no es hora de festejos, aún te quedará un pequeño repecho de 20 minutos. A partir de ahí, 10 km descendiendo hasta llegar a Bagá. Ya no tenía ganas de correr pero era más grande el ansia por llegar que el dolor de piernas por lo que puse la directa junto a otro compañero que estaba igual de harto que yo. Varias fueron las anécdotas que me hicieron parar: Alumbrar a un compañero que se había quedado sin batería en el frontal, otra corredora con urgencias estomacales pidiendo pañuelos y por último, Graziana, con la que coincidí gran parte de la carrera y que acabó vomitando. Estábamos todos al filo de nuestras fuerzas.
Para rematar, al llegar a una carretera creímos haber llegado pero un aficionado nos dijo que aún faltaban 5 kilómetros, la mayoría por asfalto. ¡Jaque mate! Al final llegué a meta en poco más de 20 horas. Con la satisfacción de haber acabado pese a mi poca preparación. Soy consciente que esta carrera si hubiera sido en primavera, la habría hecho en bastantes menos horas. Pero hay que ser consecuentes y pensar que todo suma. He podido participar en una de las carreras más importantes de España y con eso me quedo.
Pero al final tienes recompensa. Foto de Racephotos Sport
No quería acabar sin dar las gracias a mis padres. Esta vez hicieron un esfuerzo extra acompañándome, viéndose obligados a madrugar y trasnochar más de la cuenta. Encima lo primero que me preguntaron fue ¿Cuando tenemos la siguiente? Esto si que son "groupis" y no los de los Rollling Stones.
!Va por ti PRIMO!
Tiempo: 20:22:26
Clasificación general: 178
Participantes que cabaron: 576
BANDA SONORA DE LA CARRERA
RECOMENDACIONESDonde dormir: Hostal La Neu, en Castellar de N'Hug. Tu ve que dormir aquí porque ya estaba todo ocupado en Bagá y tuve mucha suerte. A parte de estar muy bien, con una gran desayuno incluido, en este pueblo vivió el gran KILIAN JORNET.Donde cenar: Hostal la Muntanya, en el propio Castellar. Tienen un menú que no han modificado desde que lo crearon sus abuelos, fundadores del hostal. Calidad, cariño y cantidad perfectos para afrontar una Ultra. Que visitar: El nacimiento del río Llobregat. Es un rincón muy bello donde poder disfrutar de la naturaleza
andandaeh
04/10/2018