Está siendo una época convulsa para todo el mundo. Llevamos meses difíciles pero poco a poco vamos viendo la luz al final del túnel. En el ámbito deportivo no es menos. Las competiciones se van abriendo paso y una de las pioneras en 2021 ha sido "Ultra Sierra Nevada". Por supuesto, debía y tenía que estar presente.
Después de varios cambios de fecha, se pudo celebrar el día 9 de abril. Era mucha la incertidumbre de todos los participantes. Cruzábamos los dedos para que la situación pandémica fuera benevolente y por suerte, así fue. Quería volver a sentir esa sensación de nerviosismo preparando la mochila. Revisando una y otra vez el material obligatorio. Haciendo tupper de comida como si no hubiera un mañana. Observando la previsión meteorológica. ¡Como lo echaba de menos!
Una vez todo listo, tocaba un largo viaje de 750 kilómetros conduciendo. Para no llegar tan cansado, decidí hacer el trayecto en 2 días, parando a dormir a mitad del camino. Otra cosa no, pero este fin de semana voy a coleccionar kilómetros para aburrir.
Llegué al mediodía a mi querida Granada. Comer, recoger dorsal, intentar descansar, cenar y al lío. La salida se hacía desde el centro de la ciudad a las 22:00. El protocolo COVID exigía una salida escalonada para mantener la distancia de seguridad y todos con las mascarilla puesta hasta salir de la zona céntrica. Unos minutos previos muy intensos con la animación de Depa y Chito, música distorsionada por las ganas y empieza la cuenta atrás.
Los primeros kilómetros por las calles de Granada son en continua subida. Opto por hacerlo trotando para ir ganando posiciones, ya tendremos tiempo durante toda la noche de andar. Cuando salimos al monte, toca encender el frontal. ¡Ya no me acordaba lo que era correr en la oscuridad!
Los primeros kilómetros van pasando rápido. Transcurren por sendas de tierra muy divertidas. Un continuo tobogán que no da descanso. Enseguida me doy cuenta que la luz que proyecto no es muy potente. Las pilas las había comprado hace unas horas en una gasolinera. ¿Será que mi frontal está estropeado de no usarlo durante tanto tiempo? Voy con mucha precaución y ayudándome con la iluminación de otros compañeros.
Sobre el kilómetro 20 está el segundo avituallamiento en Beas de Granada. Mi idea era cambiar las pilas pero entre bocadillos de pavo y plátanos, se me fue el santo al cielo. Proseguí con mi danza en la oscuridad. Cada vez veía menos. Además, mis tripas empezaban a darme guerra. Había estado consumiendo hidratos durante las horas previas a la carrera pero no se había efectuado ninguna salida. La teoría dice que todo la que entra, tiene que salir. No tenía otra opción. Me desvié del camino y efectué una parada en "boxes", esta vez en forma de olivo.
¡Por fin un dorsal!
Un contratiempo solucionado. Ahora tocaba arreglar el tema de la iluminación. Lo conseguí en Cortijo de Aguas Blancas, avituallamiento del kilómetro 35. Reemplazo de pilas y.....¡Se hizo la luz! Menudo cambio, ¿Cómo había estado durante 4 horas corriendo así? Insensatez es mi segundo nombre.
Empieza una nueva carrera. Soy otro corredor. Además, nos acompaña una noche espectacular. Estoy disfrutando como hace mucho no lo hacía. Pero ya se sabe, en una carrera de ultra distancia, en cualquier momento, todo puede cambiar. Empezó a gotear. No estaba seguro si iba a ser el preludio de una tormenta. Por pereza, decidí no ponerme el chubasquero. Era mejor mojarme que deshacer el Tetris que había tenido que hacer para meter todo en la mochila.
Por suerte, solo se quedó en 4 gotas pero según íbamos tomando altitud, hacia acto de presencia una densa niebla que te impedía ver más allá de 2 metros. Es más, diría que en alguna ocasión estaba inmerso en el interior de alguna nube. No se veía absolutamente nada. Como decían en La Historia Interminable, mi película favorita: - ¡Una extraña especie de nada lo destrozó todo! -. Tenías 2 opciones, o enfocar al suelo en busca del sendero o hacia al frente, esperando ver las balizas. Entre una y otra se me hacia el tiempo eterno. Creía haberme perdido constantemente pero hoy el karma estaba conmigo y salí airoso de la situación. Según descendíamos, decíamos adiós a la NADA, me monté en mi Ártax particular y a seguir con la aventura.,
En el kilómetro 62 ( Pinos de Genil) estaba la bolsa de vida. A este punto, llegamos pasadas las 8 horas. Aún seguía siendo de noches. Tantas horas nocturnas acaban minando la moral. La solución para evitar la negatividad viene en forma de macarrones. Algo calentito que echar al cuerpo siempre viene bien. Entre "ganchada y ganchada" me voy cambiando de ropa. Ahora, mientras escribo estas líneas me doy cuenta de lo ansias que soy. Me tomaba el avituallamiento como si me fuera la vida en ello, en vez de relajarme y hacer las cosas con pausa. Será mi forma de disfrutar.....
Cuando salgo de esta localidad, se que la verdadera carrera empieza ahora. Un continuo ascenso hasta la meta. ¡Empieza la guerra! El primer tramo transcurre por una especie de infraestructura abandonada. Un acueducto que parece colosal. Hubiera sido genial haberlo disfrutado de día. Iba siguiendo a un compañero mientras pasábamos por estrechos túneles. Uno de ellos estaba lleno de basura. El que me predecía juró: - ¡Vaya, ya lo habían podido limpiar! -. A mi me pareció raro que estuviera así. Razón no me faltaba, nos habíamos perdido. Sin querer, habíamos seguido rectos, embelesados por los pasillos de hormigón. Tocaba retroceder y volver al cauce correcto. Resultado: 1 kilómetro de propina.
Una vez reorientados, tocaba subir. Poco a poco se iba abriendo paso el sol. Es una sensación increíble. Todos los males se evaporan, las fuerzas vuelven a florecer. Además, podemos empezar a disfrutar de las vistas que nos rodean. Un imponente embalse para hacer la delicia de los corredores.
Sigo a rueda del compañero creyendo que estaba llevando un buen ritmo y que yo no puedo ir más rápido pero en un momento dado se paró en seco y me dijo: -¡Anda, pasa y dale duro! -. No se si fueron sus palabras o que me había acomodado a un ritmo por debajo del que podía llevar pero me sentí super fuerte. Como si me hubiera comido unas habichuelas mágicas de Dragon Ball.
A partir de aquí todo fue poderío físico. Iba pasando corredores. Corriendo cada vez que el terreno lo permitía. Además, ahora el recorrido era unos senderos en forma de zeta que tanto me gusta. Son más largos pero menos exigentes. me recuerdan a las típicas subidas del Tour de Francia. Por lo visto, no todo el mundo piensa igual. Un corredor decidió hacer todo el recorrido recto, acortando sin ningún pudor. No se que consigue haciendo eso, solo se engaña a si mismo. No es mi guerra, yo sigo a lo mío. Martillo pilón.
En el 86 llegamos a Pradollano, la estación de esquí. Aquí llega la guinda al pastel. Quedan 10 kilómetros. Hacer cumbre en la Veleta y volver a bajar. Todo esto acompañado de nieve. Los voluntarios nos indican que hará mucho frío así que decido ponerme la térmica de manga larga. En cuanto vamos a empezar el tramo con nieve, toca ponerse los crampones. La primera vez que los utilizo, no se como irá la cosa....
Empiezo a subir y no parece tan difícil, agarran de maravilla, dan mucha sujeción y eso que yo no uso bastones. Nos quedan 1000 D+ en apenas 5 kilómetros. Toda la fuerza que tenía, la voy perdiendo a cada paso. Se me hace interminable. para más inri, el calor es sofocante y me estoy cociendo. ¡Maldita térmica!
En el horizonte solo se ve nieve y más nieve. Vas siguiendo el sendero de pisadas de los anteriores corredores pero no se atisba el final. El recorrido formado por varias curvas impide verlo. Aumenta así la dureza. En estos momentos mi fortaleza mental es la que se tambalea. Lo único que me consigue seguir tirando para adelante son los ánimos de los esquiadores y la gente que sobrevuela sobre nosotros en el telesilla.
Al final, después de mucho deambular como en la película "Viven", veo el Veleta y la zona de avituallamiento ,situada un poco más abajo. Subimos a 3100 metros de altura, la mayor de todas las carreras organizadas en la península. Ya solo queda bajar aunque viendo lo que he sufrido, me espero lo peor.
Bajamos paralelos a la pista de esquí, por un lateral para no molestar a los que están practicando dicho deporte. Empiezo con miedo, ya sabéis, las bajadas no son lo mío. Después de unos metros titubeantes, le pillo el tranquillo y empiezo a descender cual jabalí sin frenos. ¡Menuda gozada! estoy disfrutando como un niño, incluso haciendo carreras con los esquiadores. Ya se me ha olvidado el sufrimiento anterior, no quiero que acabe.
Después de unos minutos gloriosos, volvemos a poner pie en tierra firme y directos a la meta. Me quito los crampones, los alzo al aire como si de una ofrenda se tratase y cruzo el arco eufórico. Primera carrera del año finalizada y en un marco incomparable. Para el cronómetro en 15:39, mejorando mis previsiones iniciales.
Ha sido una carrera espectacular. Para mi gusto, demasiadas horas de noche pero por lo demás, perfecto. Protocolo COVID impecable. Con público ya habría sido otro nivel. Me siento muy orgulloso de mi rendimiento siendo que no estoy preparando montaña y con fuerzas renovadas para afrontar los que nos queda de temporada.
Ahora queda centrarse en el Campeonato de 100k en Ruta de Santander. ¡Que no pare la fiesta de kilómetros!
!Va por ti PRIMO!
Tiempo: 15:39:34
Clasificación general: 46
Participantes: 450