VII PENYAGOLOSA TRAILS (109 km 5600 D+)

Tricas
Carreras de montaña
17/05/2018

Desde que crucé la meta el año pasado en el Santuario de Sant Joan de Penyagolosa, en mi mente estaba la convicción de volver a repetir en 2018. La gran experiencia que viví, la impecable organización y los avituallamientos me habían enganchado. Si a ésto le sumamos que se iba a celebrar el Campeonato del Mundo de Ultra Trail, un servidor no podía dejar pasar la oportunidad de estar presente así que me apunté a la "VII Penyagolosa Trails".

Esta vez si pude convencer a varios compañeros de ANDANDAEH para que vinieran conmigo. Por un lado estábamos Quique, mi inseparable amigo de aventuras y yo que íbamos a correr la CSP (109 km y 5600 D+), nuestro lema es - ¡A la larga siempre! - y por el otro, Marcos y Oscar que se iban a enfrentar a la MIM (60 km y 3300 D+).

Las horas previas fueron un poco caóticas. La carrera empezaba el viernes a las 12 de la noche. Llegamos a Castellón casi a las 8, recepción en el hotel y recogida de dorsales a contrarreloj. Ya en la zona de la feria del corredor se respiraba un ambiente extraordinario pero casi todos los ahí presentes eran participantes de la MIM, los del recorrido largo estarían descansando salvo nosotros y aún nos quedaba cenar y preparar la mochila. Todo lo que no se debe hacer las horas previas a una competición tan exigente, lo hicimos. Es lo que tiene el corredor amateur, compaginar vida laboral y deportiva es muy difícil, por eso aún tenemos más merito.


Recuperando fuerzas. Fotos de Ramón Ferrer
Bajo una expectación abrumadora se dio el pistoletazo de salida. Salimos junto a Rubén, integrante de Corredores del Ebro, en la parte trasera del pelotón. Los primeros 3 kilómetros eran por el centro de la ciudad, aquí fuimos adelantando gente hasta entrar en los primeros senderos. El recorrido es muy parecido a la "Haría Extreme Lanzarote". La primera parte de la carrera es muy corrible y se va endureciendo según van avanzando los kilómetros. Es muy importante planificar bien la estrategia. Hay que dosificar fuerzas al principio y no dejarse llevar por la comodidad del terreno. Pero como todos sabéis, una cosa es la teoría y otra la práctica.....

En Borriol (11 km) empieza la primera ascensión seria. Es una de las partes más pintorescas de las carrera, según vas subiendo, el pueblo se va quedando a tus pies, completamente iluminado envuelto en la oscuridad de la noche. En este tramo iba en la posición 138 aunque yo no era consciente. Poco a poco iban pasando las horas y mi ritmo se iba acelerando. Sabía que podía pasarme factura más adelante pero...¡No podía parar!

A la altura de Benafigos (53 km) la oscuridad dio paso al amanecer. A partir de aquí podemos decir que empieza la carrera de verdad. Los desniveles pasan a ser los protagonistas aunque esta primera dificultad la consigo hacer sin problemas. Las piernas aún están fuertes y la alegría de ver el sol me inyecta energías renovadas. Siendo sinceros, no recordaba mucho el recorrido del año pasado pero había una parte que se me quedó grabada, era el descenso en forma de zigzag en el que me encontraba ahora mismo. Sin duda, no había cambiado nada, seguía igual de mareante e interminable como recordaba. Las bajadas no me gustan nada, lo se, tengo que mejorar este apartado sea como sea.

Ahora nos tocaba afrontar la dura ascensión a Culla (66 km). La empecé pletórico de fuerzas, subiendo a buen ritmo y adelantando a bastantes corredores. Cuando estábamos en la parte final, me dio un "pajarón" de película. El calor era muy intenso y unido al desgaste anterior, provocó que me quedará sin gasolina. Una vez más me acordé de Lanzarote, cuando en la subida a Lomo Cumplido me pasó lo mismo. Esta vez fue mucho más acuciante. Empecé a sentir mareos y sudores fríos por todo el cuerpo. Eché mano de todo el carburante que me quedaba (Pan de higos, dátiles y geles), toda la planificación nutricional llevada a cabo junto a Patricia se fue al garete. Por suerte, en Culla se encontraba el avituallamiento con la bolsa de vida. Solo había que llegar y reponer.


Día previo. día de nerviosLlegados al punto, recuperé fuerzas a base de arroz con atún, rosquilletas (¡Menudo descubrimiento!) y fruta. Me cambie de ropa lo más rápido posible y a seguir con la aventura. Cuando la carrera está muy avanzada, el grupo de corredores que se forma suele ser siempre el mismo. Nos vamos haciendo la goma unos a otros dependiendo del terreno pero las caras pasan a ser ya conocidas. En este aspecto me hizo gracia un comentario que me hizo un compañero cuando le volví a pillar. Me dijo que había tardado mucho en salir del avituallamiento y solo había tardado....¡12 minutos! ¡Ya no puedes relajarte ni en las zonas de relax!

A partir de aquí, las fuerzas empezaron a menguar. Era la primera vez que superaba las 70 kilómetros esta temporada. Las piernas notaban el exceso y mi mente empezaba a desconectar. Los tramos que antes hacía corriendo dieron paso a largas andadas. Las únicas veces que corría era cuando me juntaba con algún compañero pero a estas alturas, ver a alguien es como divisar un oasis en el desierto. Mi única meta era llegar al próximo avituallamiento. En uno de estos tramos se me antojó un trozo de sandía, solo pensaba llegar a Vistabella (84 km) y poder degustar semejante manjar. Cuando llegué, ahí estaba ella tan roja y brillante que casi me emociono al verla. ¡Con que poco somos felices los Ultreros!

Se iba acercando el final, mi cabeza, desconectada por completo solo ansiaba cruzar la meta. Deambulando por los senderos, de repente escuche un vivo corretear detrás de mi. A estas alturas no podía ser un corredor cualquiera, no me creía que pudiera tener tanta energía. Mi giré y vi a un corredor con la camiseta de España. Era Pablo Villa, componente del equipo nacional de Ultra Trail. Los últimos 10 kilómetros coincidían con el recorrido del Campeonato del Mundo. Me adelantó con una facilidad pasmosa sin yo poder articular ninguna palabra de animo.


Perdido en la inmensidad. Fotos de Ramón Ferrer
Ésto provocó volver a engancharme a la carrera, se volvieron a conectar los plomos. Ver la agilidad y elegancia de los mejores corredores del mundo me dio alas. Intentaba seguirlos, no conseguía durar ni un metro pero por lo menos había vuelto a correr. En un momento dado, un corredor de la selección de Japón me adelantó (Kotha Araki) justo cuando el terreno era más favorable, aproveché y me uní a él. Seguidamente nos empezó a grabar un dron, o igual fue al revés, me puse a correr al ver el dron, buscando postureo. No lo se, no me acuerdo, estoy confuso....Duré apenas 100 metros y tuve que parar, creía que me iba a salir el corazón por la boca pero mereció la pena. Por un instante me sentí importante.

Estábamos en la recta final, después de pasar el último repecho solo quedaban 4 kilómetros de descenso por un sendero muy corrible. Hasta aquí llegué con Nuria, cuarta clasificada, pero iba muy tocada así que decidí poner pies en polvorosa y poner ritmo crucero, solo quería llegar. Crucé la meta en 15:30, muy por debajo de mi planificación. Había calculado 17 horas. Pese a los altibajos vividos en carrera, estoy muy satisfecho, acabo de empezar la temporada de montaña y el cuerpo aún se está acostumbrando a estas distancias. ¡Vamos por el buen camino!

El ágape final fue espectacular, como recordaba. Bocadillo, cerveza, caldo, paella, dulces y empanada para recuperar fuerzas. Si fuera por mi, aún seguiría en Penyagolosa reponiendo nutrientes. Como nota negativa, la ducha que nos esperaba era con agua fría, aunque dicen que es bueno para la musculatura, hubiera preferido algo más templadito. 

Recordando tiempos de colegio, puedo decir que progreso adecuadamente. El examen final lo tengo en julio en la Ehunmilak y si sigo siendo buen estudiante, no dudo de que voy a sacar buena nota.

!Va por ti PRIMO! 

Tiempo: 09:16:16
Puesto: 63
Participantes que acabaron: 447

 RECOMENDACIONESDonde dormir: Hotel Zaymar. Podrás descansar muy cerca de la zona de salida y con desayuno incluido solo por 20 euros la noche.Donde comer: Entrefogones. Lo buscamos por internet y la verdad que acertamos de lleno. El trato del dueño fue inmejorable y comimos una paella con caracoles con la que recuperamos 100%. Probar las croquetas de cocido, ¡Espectaculares! 

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