Osquitar
Atletismo
20/02/2018
Una expedición de cuatro maratonianos nos desplazamos a Castellón para pelearnos contra los 42,195 kms. Jorge, Quique, Rafa y yo. Tras unos minutos de música y una mini traca petardera, que para eso estábamos en la Comunidad Valenciana, comenzó el VIII Maratón de Castellón. Y allí estaba yo
para correr mi octavo maratón, pero el primero en Castellón. Mañana fresquita y con algo de aire. Poco.
para correr mi octavo maratón, pero el primero en Castellón. Mañana fresquita y con algo de aire. Poco.
Mi objetivo era bajar de 3h. 30’. Había seguido un plan para ello, pero interrumpido una semana a finales de enero por un gripazo que me dejó hecho polvo. Así que tampoco sabía cómo iba a responder mi cuerpo. Pero vamos, en principio me pondría tras el globo de 3h. 30’ a ver si aguantaba. Había que mantener la idea. A mi lado mi compañero Quique, que también algo griposo había bajado sus expectativas y al final decidió ir también al comienzo ahí metido.
Enseguida se formó un grupete tras el banderín. Tras unos primeros kilómetros algo más multitudinarios con los de la 10K en paralelo, se aclaró un poco la cosa. Quique me preguntó qué tal iba, y ya le dije: “tocará sufrir”. Seguía al globo sin problemas pero no tan sobrado como esperaba.
Vueltas y revueltas por Castellón, intentando distraer la mente y no pensar demasiado en lo mucho que quedaba y por fin nos dirigimos al Grao. Digo por fin no porque tuviera especialmente ganas de ir, sino porque sabía que había que ir, pasar allí el punto del Medio Maratón y volver, así que al menos eso quería decir que avanzábamos hacia la veintena. Como siempre, enseguida el GPS de muñeca avanzó más rápido que los kilómetros reales (cosas de no ir exactamente por la línea de 42,197) y aunque marcaba sobre 4’ 51’’/Km., íbamos sobre los 4’ 58’’/km. Ritmo clavado. No estaba nada seguro de poder mantenerlo hasta el final. En cuanto me descuidaba un poco, ya tenía la liebre a más de diez metros. La verdad es que me rondó por la cabeza abandonar el objetivo y descolgarme a sub 4h. Total, iría mucho más cómodo y la paella de después me la comería igual…. Pero pensé que si para eso tanta serie y tanto ritmo mantenido y esas historias que no son lo mío pero que había estado semanas haciendo,… Me convencí de que debía al menos intentarlo. Ya no hacía frío. Y tampoco notaba viento. Empezó a pegar el sol y las liebres advirtieron que debíamos hidratarnos. Yo bebía de casi todos los avituallamientos, no mucho pero un poquito en casi todos, que había cada 2,5 kms. Comentamos con Quique que íbamos un grupo bastante numeroso.
Volvimos del Grao y al entrar de nuevo en Castellón, nuestro guía nos animó diciendo precisamente eso. Y la gente se revolucionó. Yo pensé que en realidad daba lo mismo, los kilómetros que faltaban me daba igual que fueran ya en Castellón, eran los mismos que si hubiéramos estado en Burriana, por ejemplo. Estaba negativo, que le vamos a hacer…
Llegamos a Castalia, creo que por segunda vez, en el km. 30. Y hombre, aunque en ese punto es cuando la gente dice que si el muro, que si empieza la carrera, que si comienza el sufrimiento, ver el 3 delante, anima. Y además, hablando claramente, yo iba igual que 15 kilómetros antes, es decir, al límite dentro lo sostenible (entiéndase sostenible a ir a un ritmo en el que te sientes capaz de aguantarlo). Temía a la deriva, no a la continental, que esa es inevitable pero lenta, sino a la que provocan los kilómetros y hace ir cada vez un poco más lento con el mismo trabajo.
En el km. 31 vi que Quique se adelantaba al globo, que por cierto otra vez lo llevaba yo un pelín más lejos de lo aconsejable, así que tuve que hacer un pequeño esfuerzo añadido para tenerlo a tiro. Al globo, digo, no a Quique, que no estaba yo para alegrías.
Tras el 32, tocaba cuenta atrás,…parece una chorrada, pero no lo es.
Las vueltas que podíamos estar dando por el centro de Castellón,…yo ya no sabía si el mar estaba de frente o de espaldas,…pero prefiero esto a un maratón a dos vueltas.
Quique no se despegaba demasiado, de hecho no se sintió con fuerzas y poco a poco volvió al rebaño, mientras yo tenía que poner un poquito más de chicha para mantenerme a menos de diez metros. Me di cuenta que la gente con la que iba se estaba descolgando y tuve que realizar un adelantamiento ilegal, por la derecha, de los que me taponaban. Ahora el grupete ya rondaba la decena. Me animé viendo que ya estábamos en el “treintaymuchos” y yo aún seguía allí.
Al pasar el 40 ya supuse que iba a aguantar. “Queda como del Stadium Las Fuentes a casa…”. Ojo, que fui testigo en ese punto de cómo, al aviso de la liebre de “el que pueda, que arree para adelante” (en realidad sería algo parecido y en valenciano), mientras unos cuatro aceleraban por delante y otros tantos permanecíamos impasibles tras los globos (había conseguido tenerlos a un par de metros), algunos se iban distanciando pero por detrás…Incluso en el 41 de repente, lamentándose en voz alta, un corredor de al ladito nuestro se paró…
A menos de un kilómetro, también nos decidimos a adelantar al globo, más que nada porque queda mejor en la foto, y en estas que vimos a Tricas animando , y a nuestra pregunta respondió que había hecho 2h. 44’…¡Qué crack!
Como no sabíamos cuánto de larga era la recta de meta y el reloj marcaba 3h. 28’ y encima Quique me metió miedo…apretamos un poquillo (muy poquito, no sobraba apenas). Y ya sí, entramos al final en 3h. 29’ 29’. ¡Buf! Sub 3h. 30’ trabajado. Aguantando y resistiendo como los defensores de los Sitios…Y me doy con un canto en los dientes.