Después de mucho tiempo apuntado llegó la hora de participar en mi primera media maratón en Zaragoza, una de las carrera más importantes de la ciudad. Durante toda la semana la temperatura había sido muy alta pero los pronósticos para el domingo era que iban a ser mucho más moderadas aunque el cierzo podía ser un compañero de viaje constante.
Aunque me gusta competir, lo que sigo sin acostumbrarme es a tener que levantarme un domingo a las 7 de la mañana por "hobby". Con lo poco que me gusta madrugar entre semana, siempre quejándome de ello y para un día que puedo dormir, me levanto cuando aún ni ha amanecido. Para más inri, lo hago para correr 21 kilómetros. Si, lo se, es una afición sacrificada ya que conlleva entrenamientos, competiciones en días festivos, madrugones, etc. Pero todos estos aspectos que pueden parecer negativos, se desvanecen una vez se da el pistoletazo de salida y en cada zancada que vas soltando toda la adrenalina que llevas te das cuenta de porque, sin creerlo, te has aficionado de manera incondicional a este deporte.
La carrera tenía su salida en la calle Echegaray y Caballero, a la altura del Puente de Piedra y su trayecto transcurría por esa misma calle hasta cruzar el Puente Santiago, recorrer la ribera de la parte izquierda del río para luego volver a cruzar por el cuarto cinturón y llegar hasta el casco antiguo y su magistral final en la Plaza del Pilar. Se realizaban dos vueltas al mismo recorrido.
Nada más llegar se podía observar una gran amalgama de colores llenando la zona pero entre ellos esta vez no había ningún amigo ni acompañante. ¡me enfrentaba solo a mi nuevo reto! Antes de empezar, lo que me causó una grata sorpresa fue lo ordenado que estaba la zona de salida. Estaba organizado en cajones según los tiempos que cada participante iba a intentar. La verdad es que se agradece que sea así porque en la mayoría de carreras mucha gente se pone delante del todo aunque luego la salida no la realiza a la velocidad adecuada consiguiendo únicamente entorpecer a los demás compañeros.
Una vez más, y ya he perdido la cuenta, me deje llevar por la emoción y empece fuerte, no haciendo caso a mis planes que consistían en ir con la liebre de 1:30. Durante la primera parte del trayecto mi media fue de 4:10 hasta que en el kilómetro 5 me entró la conciencia y decidí bajar el ritmo. Justo cuando pasamos por el ecuador de la carrera, me alcanzó la liebre que tenía que haber seguido desde el principio.
La segunda parte fue un querer y no poder. Quise engancharme a la liebre pero se me iba escapando cada vez más. Quise recuperar sensaciones pero ya las había perdido. Otra vez más no supe administrar mis energías. Tengo que fijarme en la forma que corrí en la Media Maratón de Tudela, empezando de manera tranquila pero constante y poco a poco ir ganando ritmo hasta acabar los últimos kilómetros con todas las fuerzas posibles. De esta manera conseguí cruzar la meta en 1:27:33. Pero una vez más ganó la adrenalina al saber estar.
Llegué a la meta de la Plaza del Pilar en un pobre registro de 1:34:13. Pero esta vez no quiero ponerme negativo, solo pienso en el próximo evento para volver al sendero correcto y seguir mejorando marcas.
El lado más positivo de la carrera fue la cantidad de público que había en muchas partes del recorrido. En dos zonas estaban puestos un montón de niños bailando y gritando sin parar. Esos momentos son los que recuerdo con mayor cariño. Desfondado por la fatiga, fue cruzar a su lado y como si se tratara del gel más potente del mercado, me insuflaron energías renovadas acompañado de una gran sonrisa.
Mi siguiente reto era realizar la EKIDEN pero como no he podido conseguir equipo tendré que esperar a esa locura en la que me he embarcado con mi primo Alex llamada Spartan Race. ¡AU, AU, AU!
¡Va por ti PRIMO!
Tiempo: 01:34:13
Clasificación general: 437
Clasificación categoría: 151