Como ya sabéis, me gusta hacerlo todo a lo grande, si la temporada después del verano arrancaba con el exigente "X Maratón de Zaragoza", la segunda cita no se iba a quedar atrás, tocaba enfrentarse a la XX Ultra-trail Hiru Haundiak.
la XX Ultra-trail Hiru Haundiak es una carrera de 100 km de recorrido y 5.126 de desnivel positivo. Es una clásica dentro de la Comunidad del País Vasco ya que une 3 de sus picos más emblemáticos: Gorbea (1.482m), Anboto (1331m) y Aizkorri (1551m).
Todo empezó hace ya unos meses cuando mi compañero Quique nos habló sobre una carrera mítica que se celebraba en octubre, que nos apuntáramos, iba por sorteo y era muy difícil que nos tocara. Absorbido por su oratoria, accedí a inscribirme para contentarle. Ya podéis imaginar el resultado...
También consiguió embaucar en esta aventura a mis compañeros Gorka y Juanito de ANDANDAEH. así que ni cortos ni perezosos nos pusimos rumbo a tierras vascas.
Había 2 factores que jugaban en mi contra. Primero, mi nula preparación con desnivel durante todo el verano. el único entrenamiento que llevé a cabo fue la subida a la Laguna Negra (1753m) que se encuentra en mi pueblo, Vinuesa, en la provincia de Soria. Para todo aquel que me esté leyendo, recomiendo que haga una escapada y disfrute de esta maravillosa villa pinariega.
El segundo factor es que se celebraba el segundo fin de semana de las fiestas del Pilar. Los que me conocéis, sabéis de mi afición a la fiesta. No perdoné ningún evento lúdico de mi cuidad por lo que llegue a la cita vasca con cierto "cuerpo jotero". En estos casos siempre recurro a la frase para autoengañarme: - Si tienes cuerpo para salir de marcha, también lo tienes para correr -.
La carrera empieza en la localidad de Ondategi y finaliza en Araia. Al no ser un recorrido circular, la organización pone unos autobuses para desplazarte de un lugar a otro. En total eran 30 ya que el número de participantes ascendía a 1700.
En la salida no nos supimos ubicar correctamente y salimos de los últimos. al principio estaba un poco desconcertado, la gente iba andando incluso en las bajadas. Ésto me llevó a 2 conclusiones: nos habíamos apuntado a una andada o es que la carrera era tan exigente que los participantes se reservaban lo máximo posible. Resultó ser la segunda opción.
La salida es a las 12 de la noche. Nos quedaban por delante 8 horas de oscuridad solo interrumpida por la luz de los frontales y de la luna llena. Nada más empezar ascendíamos el Gorbea, una subida tendida con bastante desnivel pero muy cómoda, era todo por senda. El inconveniente fue el fuerte viento que se te metía en los huesos. Llegamos a la rima arropados por multitud de personas. Que merito el suyo, estar animando a las 2 de la madrugada a mas de 1000 metros de altura y 6 grados de temperatura. ¡La afición vasca es de otra pasta!
La bajada fue aún más divertida. El suelo era una fina capa de hierba muy resbaladiza por lo que la imagen era más de un capítulo de "Humor Amarillo" que de una carrera. Mirara donde mirara, veía a un compañero cayéndose de culo, yo incluido. Todo ésto dio paso a una larga bajada por pista cruzando pequeñas localidades con todos sus habitantes despiertos esperando vernos pasar hasta desembocar en el primer avituallamiento solido situado en Otxandio.
Después de reponer fuerzas, salí rapidamente a seguir con la aventura. Hasta aquí había disfrutado un montón. Pero entonces llegué a uno de los momentos más duros de la prueba. Llegando a Urkiola estuvimos deambulando 7 km por una zona de barro, la sensación era que estábamos atravesando arenas movedizas que te impedían avanzar. Ésto me minó psicológicamente.
Como guinda al pastel, me esperaba la subida y bajada al Anboto. Esta cima es muy técnica. Para subir tienes que ir trepando por las rocas y en la bajada tienes que tener un cuidado extremo ya que cualquier error puede ser fatal. A todo esto le tienes que sumar la oscuridad de la noche y el suelo mojado. Sino que se lo pregunte a mi compañero Juanito, tuvo tan mala suerte que a escasos metros de finalizar la bajada metió el pie entre 2 rocas y se lo torció, provocando su prematuro abandono en la prueba.
Una vez acabe semejante penitencia, nos adentramos en sendas por el bosque esperando a que amaneciera. La dureza del barro y Abanto habían hecho mella en mí. Solo quería ver el sol y llegar a Landa, donde nos esperaba el segundo avituallamiento con la bolsa de vida.
Llegué a las 10 después de haber recorrido 60 km. Físicamente llegaba entero pero al cambiarme los calcetines observé que me estaba saliendo una ampolla en el talón de cada pie. Me dio muy mala espina y me puse rápidamente los calcetines nuevos para no pararme a pensar. Un buen plato de pasta y a seguir devorando kilómetros.
Nada más salir, para hacer la digestión de golpe, una dura subida de 4 km a Usakoatxa. En esta zona conocí a Luis, el que a la postre fue un gran apoyo para acabar la prueba. A estas alturas de la carrera ya me había desconectado un poco de ella sobretodo por mi problema en los pies. Luis me propuso ir poniéndonos pequeñas metas de 5 km coincidiendo con los puntos de avituallamiento. Me vino de maravilla, correr en compañía se hace todo mucho más ameno. Así hasta llegar al kilómetro 75 donde me encontré con otra de mis pesadillas del día. Llegamos a la zona de los molinos. Una dura e inacabable zona de terribles toboganes donde teníamos que recorrer la senda que transcurría por 78 molinos de viento aderezado con el molesto ruido que éstos provocan y el fuerte viento que nos azotaba de lado.
En este punto el dolor de las ampollas era mayúsculo, le dije a mi compañero que siguiera él, yo a partir de aquí activaba el "modo paseo", 25 km por delante donde solo podía andar. Habíamos calculado que con el ritmo que llevábamos, llegaríamos a las 6 de la tarde a meta, Luis lo consiguió. ¡ENHORABUENA!
Yo seguí con mi particular calvario hasta llegar a la última y quizás la más mítica cima del Pais Vasco: Aizkorri. Se me hizo menos dura de lo que me esperaba, después del Anboto, todo lo demás parece coser y cantar.
Ya solo me quedaban 10 km pero de....¡BAJADA!. Entre las ampollas y mis cuadriceps que pedían clemencia seguro que prometía ser todo un vía crucis. Este tipo de carreras pone a cada uno en su lugar, nunca mejor dicho. En la senda nos juntamos los 3 tullidos, yo con las ampollas ya mencionadas y 2 compañeros con problemas en las rodillas. Así empezamos el descenso, de paseito, mientras todos los demás participantes nos adelantaban como balas.
Mientras seguíamos bajando enfrascados en una amena conversación apareció mi compañero Gorka que venía como una moto. Nos fundimos en un abrazo. Se dio cuenta de mi pequeño calvario y decidió quedarse conmigo hasta el final. Estos detalles son los que hacen de ANDANDAEH un club espectacular. Además consiguió sacar la poca moral que me quedaba en mí e hizo que trotara en varios tramos. Los últimos 5 km se me hicieron interminables y llegamos a meta en 19:41:14.
Aunque he acabado destrozado me tengo que quedar con lo positivo. He conseguido acabar una exigente ultra de 100 km sin haber entrenado en montaña desde junio y que sino hubiera sido por mis problemas en los pies el resultado hubiera sido muy distinto.
Dar la enhorabuena a la organización y los voluntarios que han estado de 10. Pero lo que de verdad me ha enamorado ha sido el calor de la gente de la zona. Entrar el domingo al Café Kuttuna a tomar unas cervezas y que te traten como un ganador no tiene precio. Sin lugar a dudas, el País Vasco es una de las mejores zonas para disfrutar del running.
Dar las gracias a Gorka por su compañerismo al esperarme para entrar juntos a meta, a la inestimable ayuda de Luis que me hizo 15 km mucho más fáciles y a Quique, aunque nos meta en semejantes fregados, siempre es un placer vivir aventuras de este calibre a su lado. Por último, mucho ánimo para Juanito, en breves ese tobillo estará listo para volver a dar guerra. ¡OSO ONDO!
¡Va por ti PRIMO!
Tiempo: 19:41:14
Clasificación general: 510
Participantes: 1700
Tricas
Carreras de montaña
18/10/2016