Después de unos días de merecido descanso, quiero contaros como fue la experiencia de mi primer Gran Trail el pasado 27 de Junio por las tierras del Sobrarbe.
El viernes 26 por la tarde, recién salidos de trabajar partimos los Andandaeh rumbo a Aínsa, de donde al día siguiente saldríamos de cara a enfrentarnos a los 67 kilómetros y 3900 m de desnivel positivo acumulado que separan a Aínsa de Plan siguiendo la senda del GR-19 a través de Bielsa.
Al llegar a Aínsa sobre las 7 de la tarde, tras instalarnos y tomar una caña de bienvenida en el bar del hotel, subimos hacia la plaza en lo más alto de Aínsa, donde se recogen los dorsales y bolsa del corredor, además de realizarse el Briefing. Allí ya nos encontramos con un montón de caras conocidas y matamos los últimos nervios entre risas antes de volver al hotel y cenar lo más pronto posible, debido a que a las 4:30 tocaban diana.
Tras levantarnos a las 4:30 salimos sobre las 5:00 del hotel hacia el campo de futbol, lugar donde estaba ubicada la salida y donde nos iban a dar un desayuno previo a la misma, que tendría lugar a las 6:00. En el momento en que se da la salida, salimos en marcha en pelotón, ligeros pero sin forzar para poder adelantar un poco y tratar de evitar posibles atascos cuando lleguemos a los senderos, y vamos estirando la fila gente durante varios kilómetros hasta que ya se definen claramente las grupetas de gente que vamos a ir más o menos juntos hasta Lafortunada en el km 25, a donde llegaremos tras 2 horas y media de marcha, donde empezará el desnivel y la verdadera carrera.
Camino de Lafortunada
Aquí ya empezamos a ir cada uno a nuestra bola con la primera subida fuerte, saco los bastones y empiezo a andar para arriba, pues nos quedan ahora 5 km de subida en los que nos comemos unos 650 m de desnivel hasta llegar a Tella donde se encuentra el siguiente punto de control y el primer descanso para las piernas en la aproximadamente hora y veinte minutos que ha costado realizar la subida, durante la cual me ha adelantado mi compañero Marcos que iba subiendo corriendo como un auténtico jabato.
Tras Tella, una ligera bajada hasta el Dolmen durante un kilómetro, llegamos al avituallamiento y comenzamos la primera de las dos grandes subidas del recorrido: la subida a Portiello de Tella a 2090 m de altitud, lo que nos supone ascender unos 850 m de desnivel en apenas 5 kilómetros. La subida es dura y se empieza a notar la acumulación de kilómetros (empezamos a subir con 31 km a nuestras espaldas) pero se lleva bien de momento, aunque cuesta alrededor de 1 hora 50 minutos llegar arriba, donde empieza un rato bastante tortuoso para mí, ya que se trataba de una bajada algo técnica con bastante piedra suelta, donde mis zapatillas (Asics Gel Trabuco 2) no van muy bien precisamente y tras varios sustos y resbalones, decidí bajar despacio hasta que ya cogiéramos el sendero que nos llevaba a Bielsa.
Llegando a Portiello de Tella
En la bajada a Bielsa noto algún indicio de calambre pero aguanto bien y por el camino me alcanza mi camarada Pablo Luk junto al cual ya realicé toda la bajada hasta Bielsa donde se llegaba a la meta de la distancia Maratón de la prueba y donde más de la mitad de los inscritos a la Gran Trail abandonarían . Llegamos a Bielsa poco antes de las 13 h tras casi 7 horas de marcha y con 42 kilómetros a las espaldas me dedico a llenar bien el estómago con la cocacola y los platos de pasta que nos ofrece la organización antes de continuar rumbo a la siguiente gran subida de la carrera, el ascenso a la Cruz de la Guardia a 2100 m de altitud, lo que supone alrededor de 1100 de desnivel en los siguientes 8 km.
En Bielsa
Aquí empieza lo más duro de la carrera, el sol castiga con justicia y los cerca de 38 º de temperatura no ayudan mucho pero continuamos. La fuerte pendiente y el camino andando hasta ahora se empiezan a dejar notar fuertemente, pues empiezan los primeros síntomas de verdadero cansancio con lo que a mitad de ascenso decido parar 10 minutos y comer algo sólido que llevo en la mochila antes de seguir y enfilar ya directamente hasta lo alto del collado, en lo que ya es el Km 51 de la carrera y donde ya empezamos un tramo más relajado de la carrera tras 10 horas de competición, aunque para mí los siguientes 6 kilómetros de bajada fueron un infierno.
Llegando a la Cruz de la Guardia
Ese infierno vino provocado porque no era capaz de dar dos pasos rápidos ya que las piernas no me respondían bien al correr y tuve que andar la mayoría del recorrido hasta Serveto (km 57), llegando a plantear por momentos el abandonar aunque decidí aguantar hasta allí para pasar el último control de paso ya que llegaba con tiempo de sobra y ver si podía continuar. Durante esta bajada me adelantaron el resto de mis compañeros de equipo, que venían bastante lanzados sobretodo Jordi que al parecer se había venido arriba tras superar el collado, está hecho un animal.
Al conseguir llegar de una pieza a Serveto y con casi una hora de margen todavía sobre el corte de paso, decido sentarme un rato y descansar porque las piernas me lo pedían a gritos y aquello fue milagroso, estuve allí alrededor de media hora (llegué a quedarme dormido) y salí prácticamente como nuevo, pudiendo afrontar la última subida hasta Gistaín (km 62) de forma bastante llevadera y pudiendo volver a correr en este tramo, sobretodo ya en la bajada a San Juan de Plan y en el camino que lo separa con Plan, donde estaba la meta y donde finalmente llegué tras 13 horas y 18 minutos de una aventura inolvidable.
Allegamos!
Tras la experiencia vivida, me he dado cuenta de que este año he hecho mucha menos montaña que otros y eso me ha hecho llegar algo flojo de cara a las subidas, haciéndome ver que podría haberlo hecho mucho mejor si hubiera llevado la base de monte que llevaba el año pasado. Con todo esto, pues he decidido no ir a la Calcenada que me estaba planteando para Agosto y centrarme ya en el asfalto y preparar los maratones de Zaragoza y Málaga, donde quiero afrontar el siguiente gran reto del año: bajar de las 3 horas en maratón.