Un año más me dispuse a participar en la Subidaa Peña Oroel. Me decidí a última hora. No me encontraba demasiado fino, y sinceramente no me atraía participar sin ninguna motivación de tiempo. Pero según se acercaba la fecha, pesaron más otros factores: carrera bonita, al lado de casa, buena organización, daban sol, vermú, amigos, y que es una tradición ya,…¡qué más daba el tiempo!
En cuanto le di al botón, las previsiones meteorológicas empeoraron: lluvia. ¡Vaya! Incluso tormentas eléctricas que hicieron que la organización se planteara recorridos opcionales por la Calzada Romana o llegar sólo al Collado.
Amaneció. No se veían ni las faldas de Peña Oroel, tapada por la niebla. Por todo ello, salí de casa con una pequeña mochila con camiseta de repuesto y chubasquero. A las 9:15 se dio la salida, ya con algunas gotas cayendo. Como siempre, la gente sale escopeteada. No hubo ni vuelta neutralizada. Mejor, de neutralizada tiene poco. En la pista tras el Club de Tenis, antes de la senda, empezó a llover unos minutos con algo más de fuerza. Pero luego, salvo alguna gota, no volvió a hacerlo.
La parte de pista la hice a buen ritmo pero sin apurar, que luego viene lo fuerte. Tenía memorizados los tiempos de años anteriores. La sorpresa, grata, me la di cuando vi que sólo llevaba un minuto de desventaja respecto al del 2015, año que hice mi mejor tiempo arriba. Y era mejor que el de los años posteriores. Con ese plus de motivación, encaré la subida al Parador, en la que troté casi todo el rato. No todo como 2015, pero bastante más de lo que había pensado. El resultado es que al llegar a la carreterilla del Parador, mantenía el retraso del minuto, y seguía ganando al resto de mis tiempos. Así que afronté la subida desde el Parador con mi táctica de los últimos tiempos: tratando una curva, caminando otra; este año impar, pues trotando las impares.
Algo oí del Collado, y pensé que se llegaría sólo hasta allí. Incluso iba meditando continuar por mi cuenta hasta la cima, fuera de carrera, pues no “tocar hierro” siempre sabe mal si puedes hacerlo. Pero cuando lo alcancé, vi que de eso nada, había que seguir a la Cruz. Asíque continué corriendo por la parte más llana, pero intentando recuperar un poco. Entre la niebla, inclusó creo que caminé menos que otras veces en los repechos finales. De hecho me pasaron tres corredores en la parte llana y volví a pasar a dos de ellos en las cuestas. Como no se veía bien el desnivel, pues a trotar.
Al final, toqué la Cruztras 1h. 19’28’’. Mi segunda mejor marca tras la del 2015. Y 5’ menos que al año pasado. ¡Qué contento me puse! Con que poquito nos conformamos. Puesto 85 de 215 llegados y 20 de mi categoría.
Descendimos los colegas en grupeta hasta el Parador. Allí, como siempre, el aperitivo muy bien, el sorteo muy mal: nada. A José sí le tocó, a Diego también, a Alfonso, ni que decir tiene,…Al menos estuve alerta y tuve sitio en el mini bus.