TRANSVULCANIA

Osquitar
Carreras de montaña
10/06/2019

La Transvulcania es una prueba de ultra distancia que se celebra en la Isla de La Palma. Quizás la más internacional y mediática de las que se disputan en España. Todo el que va asegura que es preciosa. Desafortunadamente la logística no es fácil. Este año me animé. Vacaciones en La Palma.

Pensé meter en la mochila cortavientos, manguitos y un forrete fino por si acaso antes de la salida o en las alturas hacía fresco; calcetines y camiseta de repuesto, gorra, unos guantecillos finos y cinta para la cabeza. Pero poco a poco fui quitando y, cámaras aparte, sólo llevé el corta vientos, los calcetines y la gorra. Además de la obligatoria manta, frontal, algo de comida y agua. Iba sin palos.
           

Tras un madrugón de aúpa, sobre las 4 de la mañana un autocar de la organización nos dejaba en el Faro de Fuencaliente, punto más al sur de la isla. Pasé unos minutos esperando sentado entre cientos de corredores con caras de tensión e ilusión, con el corta vientos puesto pero sin demasiado frío. Poco después de las 5 me metí en el cajón de salida, para no salir demasiado atrás. Me habían informado de que se organizaba un tapón de órdago al coger el sendero.

A las 6h. y con un ambiente espectacular, se dio la salida. Salimos escopeteados por la carretera; yo también, lo reconozco. Son un par de kilómetros a lo sumo, pero sirven para que al coger el sendero la cosa vaya más fluida. Una serpiente de frontales recorría la Ruta de los Volcanes, un sendero GR muy bien trazado. Pica para arriba, pero fuimos ligeros en cuanto la hilera se estiró. En cuanto podíamos, nos echábamos a correr pese a ser subida. El picón, esa arena volcánica negra, dificultaba la tracción, pero de momento había fuerzas. Lamentablemente la noche nos ocultó la belleza de la zona del Teneguía, volcán nacido en 1971, como yo. En poco más de una hora llegamos a Los Canarios. Pese a lo temprano, un ambiente como pocos, todo el pueblo en la calle. Pelos de punta.


           

Continuamos ascendiendo hacia Las Deseadas. Había amanecido y ya pudimos disfrutar de las vistas. Recorrer ese cordal, la espina vertebral de la isla, con un mar de agua al oeste, y un mar de nubes al este, ofrecía una visión espectacular que invitaba a detenerse. Alguna vez lo hice, para sacar alguna foto.  El sendero entre pinos canarios era agradable y precioso, aunque los tramos de picón se hacían duros. Pasamos por el segundo avituallamiento, Las Deseadas. Dos volcanes gemelos.
 

Y nos lanzamos rápidamente en un sube y baja descendente al Refugio El Pilar. Un gentío enorme nos animaba. Paré unos minutos para meter el frontal, ponerme gorra y enviar un mensaje. Llevaba 3h. 36’ y había previsto 4h. Primer tercio de carrera completado, a buen ritmo. Me sentía cómodo.           

Iba con cuidado de beber agua con asiduidad, y tomarme las sales cada hora. Además de lo que comía y bebía en los avituallamientos: isotónica, coca cola, fruta…. Me acordé de los calambres en Vio, y no quería que me pasara lo mismo, hubiera sido terrible con tantos kilómetros por delante.            Seguimos con subes y bajas continuos hacia El Reventón. Nos acercábamos al borde de la Caldera de Taburiente. Es un tramo rápido, se puede correr. Tras pasar El Reventón, donde rellené litro y medio, pues el siguiente tramo era de 11 kms., ya tocaba subir. Subir mucho y empinado, entre rocas basálticas.

Había que tomárselo con más calma. Me pasaron algunos como rayos. Eran los primeros del Maratón, que sale de El Pilar. A partir de ahora era difícil saber que ibas lento si te pasaba mucha gente, ya que si son del maratón, es lo normal. Tras algo de bajada llegamos trotando al control bajo el Pico de la Nieve.

Nuevo ascenso duro, pero corto, con el sol ya pegando bien, hasta encaramarnos al cordal de la Caldera de Taburiente. Veíamos los telescopios del Roque de los Muchachos al que nos dirigíamos. Poco a poco los músculos y articulaciones se iban cargando y el cansancio iba saliendo. Pero iba bien. Ligerico y manteniendo el tipo en las subidas. En los escasos llanos y bajadas iba corriendo o trotando, más o menos, según se dejara el piso.



Tras pasar varias cotas, como el Pico de la Cruz, llegamos al control del Roque, km. 52, punto más alto de la carrera y de la isla. Cerca de las estrellas, en esos momentos ocultas por la brillante luz del día. Aquí permiten dejar material en alguna bolsa y es un avituallamiento completo. Pero yo, tras mandar un mensaje y avituallar como en cualquier otro, comencé a descender. Llevaba 8h. 23’ y mi previsión era de 9h.

           

Nos tocaba descender al Puerto de Tazacorte, 17 kms. Ya me habían advertido que el descenso era y se hacía muy largo y muy duro. No es cómodo y con calor y las piernas machacadas por el desnivel y la distancia ya superados, es donde más abandonos y lesiones hay. Alternando trote con un caminar ligero, teniendo cuidado dónde pisaba, fui avanzando. Al principio el descenso no es continuo, sino una sucesión de bajadas y pequeñas subidas. Luego ya sí. Para motivar mi mente y que esta hiciera lo propio con las piernas, me propuse cada medio kilómetro tomar un sorbito de agua. Así, fueron pasando, aunque lentamente, los medios kilómetros y llegamos a la Torre del Time, punto del siguiente control. Se sigue descendiendo más y se pasa junto al Mirador. 


Algunas familias montan improvisados avituallamientos con agua y en algún caso, tortilla, pescado salado,…¡Casi da apuro no tomar nada! Nos acercamos al Puerto de Tazacorte y empecé a tener ganas de hacer una parada técnica. Pero me aguantaba de momento. Empezamos a transitar por un paisaje más humanizado, entre plataneros, casas de campo, junto a muros que delimitan los caminos. Me tomé algún tramo llano con tranquilidad. Allá abajo cerquita estaba el mar, y el Puerto. Nos separaba de él una bajada por una pared casi vertical en la que hay trazado un sendero en zigzag tapizado de piedras. Muy bonito pero duro a esas alturas. No aguanté más y tuve que hacer la parada. Me fastidió porque calculando lo que me quedaba ya tenía la idea de bajar de 12 horas si no desfallecía.  Pero pensar en entrar en meta descompuesto era peor.

Por fin terminamos el descenso y llegamos al Puerto de Tazacorte. Mucho ambiente. Olor a paella y a mar. Arco de meta para los corredores del Maratón, pero nosotros teníamos que seguir. Pensé que vaya martirio ver como algunos acababan y nosotros, tras beber y comer algo de fruta, teníamos que continuar aún 5 kilómetros, en ascenso, hacia Los Llanos de Aridane. Pero el verdadero martirio viene luego. El peor tramo. Desde la playa nos metieron por el Barranco de las Angustias. Ancho y pedregoso; el sol y el calor pegaban de lo lindo. No se podía correr sobre la grava, aunque algún trozo llano troté para mantener activas piernas y cabeza. Nos cruzamos con una familia alemana que nos animaron y nos dijeron que pronto nos podríamos tomar una cerveza en meta; yo respondí que dos; se partieron diciendo que teníamos el humor siempre por bandera ¡Qué remedio!          

Salimos del barranco y empezamos a subir por un sendero muy empinado. Llegamos a una carreterilla y supuse que nos llevaría suavemente a Los Llanos, pero no, se cruza y a seguir subiendo; así varias veces, lo voluntarios nos decían que era la última cuesta, pero era siempre era la penúltima. Los metros pasaban despacio. Miré en el reloj, tiempo y kilómetros, y pensé que de sub12 horas nada, así que me lo empecé a tomar con un poco más de calma. Al fin llegamos al asfalto y me dijeron que de verdad quedaba la última cuesta y la recta final. Fue verdad. Entramos en Los Llanos y tras doblar una esquina se veía al fondo el arco de meta, allá a lo lejos,…Miré el reloj de nuevo y vi que me quedaba un cuarto de hora. Bajaría de 12h. Empecé a correr a un ritmo aceptable, incluso rebasé a dos, tres, que ya iban andando, camisetas conocidas desde El Time. Mi intención no era ganar puestos, era llegar cuanto antes. Poco antes de meta pasé a un compañero y vi que intentaba seguirme. Ana estaba en meta y quería saludarla, así que le dije que había que entrar de uno en uno, que cada uno debía tener su momento, oír su nombre y tener su foto de meta individual, y le insté a pasar delante.  Al pasar junto a Ana me desvié a abrazarla. Retomé el trote y entré en meta oyendo mi nombre, tras 11h. 50’ de carrera.


Una prueba preciosa, una carrera entre volcanes, roques, plataneros, sobre cordales entre dos mares, cerca del centro de la tierra, del mar y de las estrellas. Espectacular.
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